Hace un par de años, el planeta fue sacudido por el estreno de La llamada (The ring, Gore Verbinski, 2002), la extraña historia de un videocassette que mata a los espectadores. ¿Quién no se defecó encima cuando la muchacha maldita emergía del pozo, con fines nada agradables?
En realidad, La llamada era la remake de un oscuro film japonés, Ringu (Hideo Nakata, 1998), que tuvo su preestreno en el festival Buenos Aires Rojo Sangre y hasta hace poco podía verse en varios cines porteños. Junto con Audition (Oodisho, Takasi Miike, 2000), estrenada en diciembre, es uno de los grandes exponentes del cine de miedo que se viene filmando en Japón (No olvidemos mencionar a The eye, coproducción entre China y Taiwan exhibida en la pasada edición del Festival de Mar del Plata, y que se comentó en el número anterior del Boletín).
Ahora, si no quieren morir dentro de una semana, lean el resto de la nota.
El argumento es el mismo en todas las versiones: una periodista investiga la leyenda urbana acerca de un videocassette sin identificación. Según se dice, luego de ver el contenido (una colección de imágenes abstractas), recibís un llamado telefónico diciendo que te vas a morir en siete días. Y a los siete días, kaputt. La reportera no tarda en encontrar el video y comprobar el asunto. En la semana que les queda de vida, ella y su ex marido iniciarán una carrera contra el tiempo por desentrañar la verdad detrás de la cinta de la muerte y así terminar con la maldición.
Empezó como una novela de Koji Suzuki (un Stephen King del sol naciente) publicada en 1989. Primero fue adaptada para la pantalla chica, con el telefilm Kanzen-ban (1995). Pero la más lograda y famosa fue la de Hideo Nakata en 1998, que se ganó al público y a la crítica, además de varios premios en los festivales de Bruselas y Sitges.
El mayor logro de la película es la manera en que está contada y filmada. Nada de chorreos de sangre, nada de cosas explotando: son el clima y las actuaciones las que llevan la historia. El miedo está basado en el uso de una iluminación tenue y efectos de sonido en momentos calculados. Remite al estilo de las películas de terror psicológico de los setenta, como El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973), Al final de la escalera (The Changeling, Peter Medak, 1980) y La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976). Es más: de esta última toma la idea de que las próximas víctimas aparezcan con algo cuando se las fotografía.
En cuanto a La llamada, respeta la esencia del original e incluso la expande con éxito. Por ejemplo, la aparición de caballos (la tremenda escena del caballo en el ferry no está en Ringu) y la mayor utilización del agua como elemento siniestro. Quizá se deba a que el director Gore Verbinski está muy influenciado por el director ruso Andrei Tarkovsky, sobre todo el de El sacrificio (Offret, 1986). Los maquilladores tuvieron más trabajo, ya que ahora los cadáveres son más horripilantes, y ni hablar de la joven del pozo. Un poco de Hollywood, pero en el buen sentido.
Según muchos, La llamada supera a la versión nipona.
En 2002, Nakata volvió a adaptar otra novela de Suzuki, Dark water (Honogurai mizu no soko kara), que también tendrá una remake americana. En este caso, la protagonista será Jennifer Connely. Dirige el brasileño Walter Salles (que hace poco andaba filmando por acá).
El éxito Ringu generó secuelas, precuelas e imitadores: Rasen (Joji Iida, 1998), Ringu 2 (Nakata, 1999); Ring: Virus (1999), en coproducción con Corea; Ring 0: Birthday (Norio Tsuruta, 2000)... Además de series de televisión: Ring: Saishuushou (1999) y Rasen: The Series (1999).
Asimismo, en Japón se produjo una suerte de boom de películas de terror. Fenómeno similar al que en su momento lograron las películas de Godzilla. No todos filman lo mismo: hay una diversidad que va del horror psicológico al más violento gore, de fantasmas a zombies y asesinos seriales.
Entre los exponentes de este cine se encuentra Audition.
Escuchando los consejos de su hijo, un hombre viudo y triste decide conseguir nueva pareja y casarse. Pero no sabe cómo encarar la búsqueda. Entonces un amigo productor de cine le propone lo siguiente: convocar chicas para el casting de una película ficticia. El viudo se haría pasar por el director y así podría elegir a una posible novia. Y da con una muchachita tímida, que parece de porcelana. Empiezan a salir, y no tardan en dormir juntos. Todo parece ideal... hasta que el poco afortunado señor descubre el verdadero secreto tras la muchacha. Un secreto que revolverá estómagos.
La película comienza como un melodrama con toques de humor y personajes muy queribles. Pero de a poco la puesta va variando, el clima se enrarece, y de golpe estamos ante una película de asesinos psicópatas. Es que la chica tiene unos métodos asquerosos para vengarse de los hombres, y basta con decir que son peores que la muerte. Y el sufrimiento del pobre viudo nos lleva a pensar que, en comparación, James Caan la pasaba bomba en Misery, entre la pasión y el peligro (Misery, Rob Reiner, 1990).
Audition está basada en la novela de Ryu Murakami. Fue dirigida por Takashi Miike, un director de culto (filmó como sesenta películas), con obras de salvaje imaginación. Resulta muy loco enterarse de que esta película es su obra más calmada. ¿Entonces que quedará para las demás? ¿Será por eso que quienes conocen su obra lo llaman el David Lynch japonés?
¿Si Audition también se hará en Hollywood? Muy difícil. Imposible, diría, debido a la salvajada de ciertas escenas. Pero teniendo en cuenta estos tiempos violentos, quién sabe.