El pasado 16 de diciembre, la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina, a la que pertenezco desde el mismo día de su fundación, envió la siguiente circular, vía e-mail:
?CONTRA LA CENSURA, EN DEFENSA DE LEÓN FERRARI
Ante la agresión que ha sufrido la obra de León Ferrari y los constantes pedidos de censura hacia ella por parte de la Iglesia Católica y sus voceros en los medios de comunicación, la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA) se solidariza con el artista, por entender que se pretende no sólo acallar una de las obras más fecundas y comprometidas que han dado las artes plásticas en nuestro país, sino también liquidar la libertad de expresión que cualquier sociedad que se reclame democrática debe defender.
C.D. Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA)
16 de diciembre de 2004?
Al día siguiente le hice llegar a la SEA mi respuesta, que en estos dolorosos momentos considero pertinente hacer pública:
?Disculpen, estimados colegas, pero en esto no me considero representado por nuestra querida SEA. Como argentino, no puedo menos que sentirme gravemente ofendido por semejante muestra de odio anticristiano y antimariano (no se trata sólo de odio antieclesial) cometida en un lugar público con el beneplácito de casi la totalidad de los medios de comunicación y de los más preclaros intelectuales y artistas del país. No quiero pensar cómo habrían reaccionado dichos medios y dichos pensadores si los que hubiesen sido "cuestionados" por Ferrari en el Recoleta hubieran sido el judaísmo o el budismo o el protestantismo o cualquier otro sistema filosófico o religión. ¿Una estrella de David continuamente cagada por pájaros, bajo el amparo de que "hay que verla como una obra de arte"? ¿La figura del Dalai Lama dentro de un frasco de preservativos, con la excusa de la libertad de expresión? Con justa razón yo me hubiese contado entre los que hubiéramos ido a protestar públicamente ante semejantes ofensas, como oportunamente me conté entre los que fuimos a dar una mano el día en que volaron la AMIA. Pienso que la libertad de expresión se debe defender, siempre y cuando la expresión defendida no haya atentado previamente contra nadie. Y es amparado en esa antedicha libertad de expresión que manifiesto mi disidencia con la presente declaración de ustedes, que de ningún modo puedo compartir.
Aprovecho para desearles, de todo corazón, una cristiana Navidad 2004.
Marcelo di Marco
Socio no. 44?