Roberta Iannamico se cuenta entre las nuevas voces de la poesía argentina, junto a autores como Martín Gambarotta, Mario Ortiz y Laura Wittner. Nació en Bahía Blanca en 1972. En 1997 sobresalió en dos certámenes: el Primer Concurso Hispanoamericano de Poesía, organizado por la revista Vox, y el Concurso Nacional de Poesía Miguel Ángel Bustos, Roberto Santoro y Francisco Urondo (Buenos Aires).
Publicó El collar de fideos en ediciones Vox (Buenos Aires, 2001). También en el mismo sello El zorro gris, el zorro blanco, el zorro colorado y Mamushkas.
En El collar de fideos nos acerca una suma de miradas hacia la vida entre la naturaleza.
yo
concebida por la luz solar
?me distrae un chimango que pasa?
veo la forma
del árbol
contra los cielos
La lectura de esta obra nos ofrece unos treinta poemas emparentados por una atmósfera maravillosa, sin capítulos ni divisiones temáticas. En cada página, sus versos libres entresuenan unos junto a los otros igual que los pequeños fideos de un collar. Así se contruye la poesía de Roberta: como uno de esos collares que fabricamos cuando somos chicos. En este caso, una madre joven acumula en el hilo de su voz experiencias que actualizan su condición de hija y nieta. Las sucesivas generaciones familiares pasan de mano en mano el collar de fideos, y a través de los tiempos, una niña nos guía por el cauce que las herencias prefiguraron para la vida. Nos habla con un lenguaje sucinto de palabras desahogadas, transmite inocencia y a la vez perspicacia. Un tono infantil que tiene antecedentes en la poesía de los '90, cultivado por autoras como Karina Macció, Marina Mariasch y Romina Freschi, (para leer algo más sobre este punto se puede consultar Pataconia al Sur, de Maximiliano Crespi.Radar libros. 10-08-05. www.pagina12.com.ar ; y Nueva poesía y tradición de ruptura en tres nuevos libros, de Ana Porrúa, 10-08-05, www.diariolacapital.com)
En la poesía de Roberta, los elementos de la sencillez se transmutan en situaciones dramáticas apuntaladas por la austeridad de las palabras cotidianas.
Los camisones de mi abuela
mi única herencia
junto con el juego de té
y las soperas
son unos camisones
que están fuera
de la realidad
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Todavía no los usé
pero voy a empezar.
Mientras el tiempo se desliza, los personajes realizan experimentos mágicos. Los objetos y los animales cobran una trascendencia insospechada: desde los bichitos hasta los pumas; desde los simples yuyos hasta las manzanas de los árboles, todos dan lugar a tremendos acontecimientos cotidianos que despiertan el asombro y revelan descubrimientos/advertencias. Por ejemplo, la lluvia enjoya de perlas al paisaje? pero cuidado: aquel que presencie este fenómeno quedará cubierto de frío. O nos azoran esas fantasías diurnas en las que las nenas viven en bosques de hadas: aunque todo es hermoso, la caperuza roja corre atemorizada... tal vez huya de un lobo que no se menciona. Los poemas son portavoces de las sentencias inapelables del tiempo, arañados por la espina de la madurez.
mi bisabuela se suicidó
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dicen que primero
se peinó el pelo rubio
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con ese gesto que repite
todos los días mi mamá
y que yo
estoy empezando
a repetir.
Mujeres adultas y mujeres niñas se superponen en gestos maternales y se hacen una con el espíritu de la Mamushka.