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Primera página : Manos de fantasmas en San Vicente

Sábado 28 de Octubre de 2006
Manos de fantasmas en San Vicente

Me acuerdo de ciertas conversaciones de 1974. Repetían un tema que ya habían formulado peronistas de distinta extracción en la época en que Perón estaba proscripto y en España: ?El peronismo sin Perón?. Tengo presente haber dicho ?o haber escuchado?: ?Muchachos, no se engañen: Perón se llevó el peronismo a la tumba?. Nada me recuerda más esa frase que las primeras planas del 18 de octubre de 2006:

Violencia en el traslado de los restos del ex presidente

Piedras, balazos y unos 50 heridos en el acto por Perón

 

Las fotos, las imágenes que acompañan a esos titulares, tienen olor: es la fetidez de un cadáver ?el del peronismo?, desenterrado para un nuevo entierro con su líder.

No sé por qué pienso en Ortega: ?Argentinos, a las cosas?; es como si hubiera dicho: ?Argentinos, a las manos?.

Sin duda que se fueron a las manos. Lo hicieron en una estética de la prepotencia. Algunos de los que la protagonizaron entraron al sindicalismo de la mano de la dictadura militar. Y conservan esa impunidad, una impunidad expuesta.

No llego a entender por qué, pero la estética de la prepotencia expuesta me convoca otras imágenes del presente y del pasado: la de Menem ocultándose de los fotógrafos con un ramo de flores para Isabel, o jugando al golf; la de Cristina Kirchner disfrazada de Moria Casan; la de Kirchner revoleando el bastón presidencial al asumir; la de la sonrisa de Rodríguez Saa, o la de la Junta Militar festejando un gol comprado en el mundial del 78.

En el colmo de la ironía, el fantasma fétido del peronismo desentierra y entierra a un cuerpo sin manos.

Algún peronista, sin duda, las cortó, las robó, las tiene y las usa: va a las ?cosas?, como quería Ortega.

Son manos sin cabeza. Pueden provocar la peor desigualdad social y la destrucción del aparato productivo. O encontrar la forma de enfrentarse a Uruguay, Estados Unidos, Chile, Francia y la Iglesia. O convocar con desmesura a aquellos otros fantasmas: los de los Años de Plomo, que parecían dormidos.

El resto de los políticos ?espectro político, fantasmas? sin cabeza y sin manos pero con una estética menos impune, más hipócrita, recuerda también imágenes: la de De la Rúa proclamando su tristeza; la de Alfonsín anunciando que la casa está en orden; o, más recientemente, la de gobernadores e intendentes comprados como si fueran goles de un mundial arreglado.

Tanto grotesco tiene sabor a Marechal y su Neocriollo. El nuestro es un cuerpo deforme: el de una sociedad que puede generar un crecimiento explosivo en el sutil tejido de pequeños y medianos emprendedores, que puede producir riqueza cultural y hasta algo de ciencia, prácticamente sin recursos. Pero que es impotente para desprenderse de sus propios fantasmas.

 
Publicado por Luis Rappoport a las 07:00