Fin


Primera página : Esencia pura de cuentismo

Viernes 10 de Noviembre de 2006
Esencia pura de cuentismo

En una época que proclama la muerte de los ismos, tal vez en busca de la dudosa paz del llano, es inquietante leer la primera página de Cuentismo Puro (Elaleph.com, 2006). Porque en el espacio reservado a las dedicatorias, Rodríguez Vanner prefiere advertirnos: ?A la arrinconada secta de la reflexión y el buen gusto??.

Es el pie para que nos encontremos con su primer libro de cuentos. Y es de encuentros que están hechas las catorce historias. Pero no hablo del choque evidente del conflicto literario, hablo de la piedra que dibuja ondas sutiles en la corriente.

Se trata del encuentro que puede revivir por un instante al amigo que se fue, o un encuentro con el que pudimos haber sido, o el encuentro con aquel que nos salve de nuestro boceto de libre albedrío. Encuentros con los seres oscuros que podemos llegar a ser. Encuentros en la tierra de las oportunidades. Encuentros con aquellos libros que pueden postergar un adiós, porque nos recuerdan al Borges de la esquina rosada o a la amiga que nos regaló esa querida edición de Les animaux denatures. O encontrar nuestra reinvención. O que el final del mundo nos encuentre puteando y luego encontrar que el infierno puede ser tan terrible como en la imaginación de un condenado.

Y estos cuentos, como los encuentros, llevan la energía de personas (ya no personajes) y la atmósfera íntima de la extinta filosofía de café un día sepia de garúa. Por un instante, Rodríguez Vanner nos invita a la mesa a escuchar anécdotas que podrían haberle sucedido a él, o a un amigo que se lo contó al mudo que se lo contó a un tipo que se lo contó a él.

Cuentismo puro cierra con la arenga ?Volveré?, prefigurando un siempre próximo encuentro.

Sin embargo yo no estaría tan seguro, parafraseando a uno de los personajes que cita a Heráclito, tal vez lo correcto sea decir que repetir el encuentro es imposible, pues quien lo vive y quien lo recuerda ya no son la misma persona.

 
Publicado por Luis Catenazzi a las 09:00