Como introducción a este breve artículo sobre Match Point (Gran Bretaña, 2005), del director, guionista y actor estadounidense Woody Allen (Nueva York, 1935), les adelantaré que la película muestra y demuestra la gravedad de estos tiempos: al intentar cumplir con el desolado objetivo de poseer todo lo que desea, el personaje central arrasa con la mayoría de los Diez Mandamientos.
Veremos también que esta creación del director neoyorquino tiene los elementos necesarios que requiere el arte: cabalgar junto a lo atemporal y bello, más allá de la tragedia en que nos sumerge la universalidad de su argumento.
No es casualidad que Woody Allen haya situado como eje principal a un profesor de tenis. El hecho de que Chris (Jonathan Meyers) sea instructor de este deporte ya lo coloca en un territorio ideal (club) para la caza de nuevas y mejores oportunidades. El perfil seductor, de mirada frívola y cansada, del ex tenista encajó justo, al principio del film, para sugerir los cambios que el deportista busca. La profesión, el lugar, lo material, la dura y estancada rutina sirvieron para transmitir la desesperada y triste necesidad de progreso del personaje.
Uno de los alumnos le presenta a su hermana Chloe (Emily Mortimer). Chris comienza una relación íntima con ella, y más tarde conoce a su padre millonario (Brian Cox). Al poco tiempo se casa, convencido más por el dinero que por el amor. Chris abandona la profesión de profesor de tenis para dedicarse a los negocios que el suegro le propone dirigir. Todo transcurre en paz hasta que conoce a Nola (Scarlett Johansonn), la mujer de su cuñado. A espaldas de la gran familia emprenden un romance que desembocará en el enamoramiento de ambos. Al poco tiempo, Nola queda embarazada de Chris, y lo presiona para que deje a su mujer y se junte con ella; motivo que lo condiciona a elegir entre el bienestar económico y el amor.
Más tarde, para resolver el conflicto que lo angustia, Chris planea y comete dos asesinatos y un robo: con la muerte de su amante cumple con el objetivo buscado, el cual le da la libertad para continuar con su conveniente matrimonio; con la de la vecina de Nola logra desviar su culpabilidad: al robarle las joyas a la anciana, pretende hacerle creer a la policía que el móvil del crimen es otro. Los delitos están a punto de ser descubiertos por un par de detectives (James Nesbitt y Ewen Bremner).
El azar también cobra vital protagonismo: al comienzo de la película, podemos observar una pelota de tenis golpear en la faja de la red (esta acción, en este deporte, se denomina net) y suspenderse en el aire, augurando la importancia que tendrá la suerte. En otra escena, cercana al final, Chris lanza al río las joyas que robó. Todas van a parar al agua, menos un anillo, el cual golpea en la baranda de contención: rebota en el metal, para luego volverse y caer en el suelo. Más tarde un falso sospechoso encontrará la joya antes mencionada y la guardará en su bolso. El paralelismo de las dos escenas nos hace suponer que, si las esferas caen del lado ?correcto?, lo ilegal, lo forzado, el dinero, triunfarán y cerrarán exitosamente el plan trazado, ayudado obviamente por el azar y la suerte. Condimento crucial que introduce el director para soplar el destino, dentro de la obra, en dirección hacia una injusta buena fortuna, que busca desembocar en el centro de la alta burguesía. Todo este material nos da la pauta de la imaginación y creatividad de Woody Allen, quien le imprime al film un toque de misterio y peligro en el campo de lo verosímil.
Si hacemos un análisis acerca de lo que el director quiere, tal vez, reflejar en la conducta del personaje central, podríamos afirmar entonces que Chris aprovechó (sin importarle las consecuencias) las buenas (o malas) oportunidades que se le presentaron para progresar en la fortuna material, arrasando con los obstáculos que le entorpecían su propósito. El objetivo lograría completarse si el ("ex") instructor, aparte de encontrar cómo escaparse de su profesión para convertirse en yerno millonario, se hubiese casado con la mujer de su vida. No sucedió (parece que este villano tampoco se la llevó de arriba, modalidad bastante común en el cine contemporáneo); sin embargo, Chris no perdió la oportunidad de acomodarse en una posición social alta. Al dejar el profesorado, halló una solución importante: el camino que lo alejaría de la labor exigente. Pero, al encontrarse encerrado en su oficina, vimos que se asfixiaba. En otra escena podemos observar que Chris dialoga con un tenista profesional que jugaba el mismo circuito de torneos que él. Ante los consejos de su ex compañero deportivo, el personaje central duda acerca de la ruta escogida. El cruce de límites se refleja en él, quien, en su desesperación por sobrevivir, consigue atravesar el umbral impuesto por su conciencia: mata para avanzar en su mundo cruel. Acto que podríamos teorizar de la siguiente manera: la miseria humana vence a la inocencia que nos conducía cuando éramos niños. El amor, la fidelidad, la honestidad caen a un segundo plano. La desesperación por ver el mundo pasar como una bailarina divina frente a nuestros ojos desmorona, por lo general, los tesoros (criterios morales) instalados por naturaleza y conservados durante la infancia.
El núcleo de la tormenta son Chris y Nola, dos personajes que surgen de una clase media baja. Poseen la belleza y condiciones necesarias como para aprovechar cualquier oportunidad. Porque los dos son luchadores frustrados en busca de sus objetivos perseguidos desde niños ?ella, como actriz; él, como astro del tenis?. Al conocerse, los dos presintieron la atracción salvaje: la de una amazona y un guerrero seduciéndose en medio de la batalla.
Al final de la película aparece una visión que podría ser tanto la forma de reflejar el estado de conciencia del personaje, como una pesadilla. La locura ronda sobre la cabeza del verdugo como un pájaro oscuro, pero la inteligencia de Chris la espanta. Consciente de lo que le sucede, y asustado, se refugia en su nueva familia.
Las imágenes londinenses se captan desde un ángulo curioso: la ciudad parece estar a merced de la filmación. Los grises de los edificios, del pavimento, de las aceras siempre lujosas y limpias; los tenues verdes de los parques, los más oscuros en los marcos de las ventanas y los amarronados en el césped; los naranjas de los rostros vivaces y sombríos, pero con una tenacidad reflejada en las muecas; los tonos más sombríos acentuando el horror; las sombras; los fantasmas; todo este material candente transcurre sin que Londres y sus alrededores se agiten. Da la sensación de que la ciudad barre la niebla desde temprano, mueve a los transeúntes y el alboroto hacia otros rincones, preparando el escenario de la película (producto derivado de sus entrañas). El mismo Woody Allen declaró su alegría por cómo funcionó la filmación: todo se le fue dando de manera feliz y sorprendente. Los actores estaban disponibles; los lugares y el clima, en paz.
En estos tiempos en que se sobrevalúa lo material, este film pasa como una estrella iluminando el cráter que de a poco se abre entre los seres humanos. El ?todo vale y nada importa? es moneda usual, aunque la verdadera felicidad transcurra por otro lado.
Un posible punto en contra que podríamos remarcar es el uso de la ópera Otello como fondo de los asesinatos: contrasta con lo que se está viendo en la pantalla. La grandeza de Verdi desvía la atención de la escena principal. Otro punto desfavorable: la falta de un doble para la parte en que Chris juega y da clases de tenis. Se ve claramente que el actor es un amateur en el deporte blanco.
Este material que Woody Allen nos entrega se eleva como un cohete, logra el artificio, dejando en la estela el reflejo de la infancia que se deshace. La mayoría de los críticos afirman que se trata de la obra más importante del director estadounidense. De las pocas películas que vi de Allen, por lejos me quedo con ésta. El paralelismo que el director hace entre Match Point y la novela Crimen y castigo, de Fiodor Dostoievski (claramente lo vemos en una escena de la película), demuestra la notable ligazón que existe entre el cine y la literatura. Los giros en la conducta de los personajes centrales, tanto en el film como en la obra del escritor ruso, revelan la capacidad del arte en general para abordar los más extraordinarios y complejos temas. Este es sólo un ejemplo, ya que podríamos citar muchos más. Pero, en realidad, es la similitud de ambas temáticas lo que provoca la comparación. Uno toma del otro (en este caso Allen se inspira en Dostoievski) para realizar una historia propia. Pero bueno, podríamos citar la afirmación de un conocido escritor cuando dice que el verdadero poema se va haciendo entre todos los poemas, para también suponer que el arte se va creando entre todas las obras de arte.
En fin, un film recomendable para aquellos que buscan una lectura de la vida y del mundo.
Filmografía de Woody Allen:
http://es.wikipedia.org/wiki/Allen_Stewart_Konigsberg