Fin


Primera página : Leer en voz alta sin ponerse colorado

Miércoles 24 de Junio de 2009
Leer en voz alta sin ponerse colorado

Por José Antonio Parisi

(joseaparisi@yahoo.com.ar)

 

De arranque, descarté releer para corregir mis textos en voz alta: me pareció excesivo. Diría que aquella consigna de Marcelo di Marco en el Taller de Corte y Corrección me pareció de cumplimiento imposible. A esta altura del partido ponerme a leer de ese modo, y en solitario... Si en mi vida profesional alguien me hubiese visto y oído en esa situación, ¿qué hubiese pensado?

Nos hemos acostumbrado a leer sólo con la vista, mudos. Aquel que lee verbalizando las palabras nos impresiona como poco alistado, rudimentario. También, ténganse en cuenta los chistidos y miradas de reproche que en las bibliotecas públicas los guardianes del silencio, desde sus pupitres adyacentes, le destinan a quien por un segundo se le dispara la lengua. Por lo tanto, resulta muy difícil apartarse de esa norma de lectura que se nos ha incorporado de manera inveterada.

 

Sin embargo, y con nobles fines, es bueno inscribirse en la actual era de la transgresión. Así nos fuimos acostumbrando a violar precavidamente los semáforos en rojo en el afán de evitar, cuanto menos, un arrebato. Y a propósito de la cita, es útil y conveniente arrebatarnos en nuestros hábitos y leer en voz alta para facilitar la tarea de corrección del estilo.

 

Conforme a mi experiencia, cuando uno lee sólo con los ojos, no se escucha. En esos múltiples repasos no se consiguen progresos significativos. Es como dar vueltas en círculos. Al contrario, pareciera que se refuerza lo que se está leyendo, como si debiese ser memorizado.

 

Al leer en voz alta, uno oye a quien está leyendo, y se desdobla el rol: el que lee y el que escucha. Se exacerba el propio juicio crítico. El procedimiento me ha favorecido en la detección de palabras o expresiones que sobraban, que faltaban o que no eran las más precisas. Mucho más allá de cuestiones de cacofonía, se me ha constituido en un proceso indispensable para encontrarle el efecto deseado a un diálogo, un pensamiento o una acción. Y ahorra mucho tiempo.

 

Cuando me leo, lo hago a un ritmo normal, sin apurarme ni lentificarme, interpretando los signos de puntuación. Al menos hasta el presente, no me he grabado para oírme después (es una posibilidad que alguien me ha sugerido), porque me escucho en vivo sin inconvenientes. En fin, para ser gráfico, podría decir que leo como si lo hiciese para un tercero, porque en mi figuración en ese momento yo soy el tercero que escucha. Es un método personal, y, muy probablemente, de consultarse a otros escritores que trabajen con la lectura en voz alta, harán presentes sus costumbres al respecto.

 

Ah... Si uno no dispone de un lugar de trabajo exclusivo, es conveniente explicarles a familiares y muchacha de los quehaceres que es una cuestión de método.

 

 
Publicado por Ariel Mazzeo a las 10:10