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Atreverse a Corregir

 

1. PARA ATRAPAR AL LECTOR

Más de una vez nos pasó, tanto a ustedes como a nosotros: después de leer un texto fascinante nos preguntamos cómo se hace para escribir tan bien.

Pero… ¿qué significa escribir bien?

A pesar de que existen mil y una teorías al respecto, los lectores sabemos que una buena frase, una frase bien escrita, es aquella que, lejos de fatigarnos, nos lleva a seguir leyendo otra frase y otra y otras más, y así hasta llegar al final del texto. Es una especie de armoniosa hipnosis hecha de sugestión y melodía.

No estábamos en una estación sino en pleno campo. El tren se había detenido en medio de un gran espacio abierto, iluminado por una hilera de focos amarillos, una especie de playa de maniobras con el suelo cubierto de carbonilla. Había un galpón, a esas horas cerrado y apagado, una enorme tumba. Pero no había locomotoras ni mangas de agua ni tanques ni nada. Todo alrededor, un monte de árboles. Y nadie, nadie, ni un alma, ningún ser viviente, ni siquiera un perro. El tren, inmóvil, oscuro, silencioso, era el gigantesco cadáver que había venido a morir junto a su sepulcro ya preparado. Y ella y yo, los únicos despiertos, los únicos sobrevivientes, los únicos testigos de una ceremonia macabra. Pero de pronto, desde uno de los primeros coches, dos siluetas cargadas de valijas saltaron a tierra y corrieron hacia los árboles.

El estilo de Marco Denevi no nos permite abandonar la lectura. Nos hechiza, como se suele decir. Y no sólo por el asunto que trata (noten cuánto suspenso planea en cada línea de la descripción que hemos citado). Sucede que, frente a toda buena escritura, nos sentimos llevados por una respiración, por un ritmo particular.

Es lo que se llama cadencia.

 

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