Pero además iba a tener que enfrentarse con pilotos de la talla
de Ernesto "Tito" Besone, "Yoyo" Maldonado, Daniel Cingolani, Guillermo Ortelli,
René Zanatta o el mismo Toto Echegaray: todos pesos pesados del automovilismo
argentino. O para decirlo con las palabras de Junior: "monstruos".
Perla se fue del taller a las cuatro. Tres horas después
recibió una invitación en su celular para cerrar la tarde en el Open Plaza, en
Libertador y Tagle. El hijo del Presidente era un verdadero habitué del boliche,
generoso en movida nocturna y en mozas que aquél sabía apreciar con gusto de
príncipe heredero. Más en esa época, en la que al parecer no salía con ninguna
chica. Desde hacía unos días sus amigos lo notaban preocupado, aunque quizás el
término exacto fuera apagado.
Eso. Como apagado estaba. En todas sus últimas fotos lo veían
así.
Entre los habituales de la barra que estaban esa noche en el
Open había también un hombre, con acento riojano, que le preguntó a Junior si le
vendía la moto.
Junior salió del Open Plaza poco después de la medianoche con
dos chicas. Habían estado tomando algo en la barra y se fueron con él a su casa
dispuestos a pasar la noche de a tres.
-A las ocho de la manaña del 15 de marzo de mi domicilio me
traslado al domicilio de Junior, ubicado en 11 de Setiembre entre José Hernández
y La Pampa. Lo llamo por teléfono desde mi Movicom al suyo y cuando subo al
departamento me encuentro con dos chicas de las cuales no recuerdo el nombre
-contó el 21 de marzo de 1996 César Guillermo Perla al juez Carlos Villafuerte
Ruzo. Era la segunda vez que Perla iba a declarar y coincidió con la desesperada
presión que durante todo ese año ejercería la madre de Junior, Zulema Fátima
Yoma de Menem.