https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Un silbido" de Vicente Blasco Ibáñez (página 2) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Lunes 07 de abril de 2025
  Home   Biblioteca   Editorial      
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  (2)  3  4 
 

La modestia y la gracia con que saludaba enardecieron aún más al público. ¡Qué mujer! Una verdadera señora; y en cuanto a buenos sentimientos, todos recordaban detalles de su biografía. Aquel padre anciano, al que todos los meses enviaba una pensión para que viviera con decencia; un viejo feliz que desde Madrid seguía la carrera de triunfos de su hija por todo el mundo.

Aquello era conmovedor. Algunas señoras se llevaban a los ojos una punta del guante, y en el paraíso, un vejete lloriqueaba, metiendo la nariz en el embozo de la capa para sofocar sus gemidos. Algunos vecinos se reían: «¡Vamos, hombre, que no es para tanto!»

La representación seguía su curso en medio de los ecos del entusiasmo. Ahora el heraldo invitaba a los presentes, por si alguno quería defender a Elsa. Bueno; adelante. Aquel público que se sabía de memoria la ópera, estaba en el secreto. No se presentaría ningún guapo. Después, con acompañamiento de tétrica música, avanzaron las damas veladas para llevarse a la condesa al suplicio. Todo era broma; Elsa estaba segura. Pero cuando los bravos guerreros brabanzones se agitaron en la escena, viendo a lo lejos el misterioso cisne y su barquilla y se fue armando en la imperial Corte una batahola de dos mil demonios, el público, por acción refleja, se movió ruidosamente, arrellanándose en el asiento, tosiendo, suspirando, revolviéndose para hacer provisión de silencio. ¡Qué emoción! Iba a presentarse Franchetti, el famoso tenor, un gran artista, de quien se murmuraba que había casado con la López buscando una compensación a sus facultades decadentes en la frescura y valentía de su mujer. Aparte de esto, un maestrazo que sabía salir triunfante con auxilio del arte.

¡Ah!... Ya estaba allí, en pie en el esquife, apoyado en larga espada, el escudo embrazado, cubierto el pecho de escamas de acero, irguiendo su arrogante figura de buen mozo, festejada por toda la aristocracia de Europa y deslumbrando de cabeza a pies, cual un pescado de plata envuelto en seda.

 
Páginas 1  (2)  3  4 
 
 
Consiga Un silbido de Vicente Blasco Ibáñez en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Un silbido de Vicente Blasco Ibáñez   Un silbido
de Vicente Blasco Ibáñez

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2025 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com