Úrsula era la hija de Madame Loyer, viuda de un coadjutor del sur de Francia. Juntos manejaban un jardín de infantes a domicilio y también tomaban alumnos internos.
El alquiler en la casa de los Loyer era modesto, las habitaciones limpias y agradables, y cuando Vincent se mudo allí en septiembre de 1873 le escribió a Theo exultante: Ahora tengo un cuarto como el que siempre quise, sin un cielorraso inclinado y sin un empapelado azul con bordes verdes.
El ambiente del lugar -especialmente el afecto entre madre e hija- levantó el ánimo de Vincent. Le escribió a una de sus hermanas diciéndole que parecía llevar …una vida rica, sin tener nada pero aún así poseyéndolo todo, y que nunca antes había visto algo parecido al amor que había entre Úrsula y su madre. Le suplicó a su familia que amaran a Úrsula tal como él lo hacía: en un momento de euforia, les escribió a sus padres contándoles que había recibido miles de muestras de amabilidad en casa de los Loyer. Vincent albergaba un fuerte deseo de ser arrastrado hacia una relación cálida, gratificante, y en casa de los Loyers exageraba la realidad para transformar su necesidad en una certeza concreta, gratificante. ¿Y quién mejor que una muchacha como Úrsula para adoptar el papel de ángel del destino, prometiéndole un brillante futuro de amor?
Vincent ahora era un esclavo de los caprichos del enamoramiento, que cultivaba con determinación y torpes muestras de afecto. Apenas cerraba la galería, corría hasta la casa de los Loyer para ver a Úrsula, entretenerla con juegos inocentes y palabras de pretendiente. Su mente ahora estaba agitada por la excitación.
Úrsula parecía aceptar con beneplácito sus atenciones, respondiendo a los avances de Vincent con flirteos y bromas sofisticadas. Paulatinamente los encuentros se volvieron más sutiles y complejos, yendo más allá de una inocente complicidad y adquiriendo un tono indecoroso, casi vulgar. Úrsula sabía cómo mantener a Vincent en ascuas, aprovechándose de su timidez, su inseguridad y su fragilidad emocional, sin dar, de hecho, nada de sí misma: ni favores en el presente ni esperanzas para el futuro.