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Que fuera de las rutinas promiscuas Max y René hubieran hecho pocas cosas en las calles de Nueva York fue algo que a Luciano no le gustó fabular, aunque sin dejar de considerarlo trascendente. Y no sólo por el nulo espacio dedicado a la descripción de monumentos y paisajes típicos que halló al dorso de las polaroids. Fue la forma en que Max omitió referirse a la ciudad lo que le reveló lo poco importante que había sido para su propio drama.
Ahora, imaginar le resultaba una compulsión insoportable. Buscaba escenas que volvieran a representar en su cerebro momentos felices; era inútil. Aunque fingiera no sentirla una sensación de náusea persistía en ocupar toda su atención. Cuando lograba construir los detalles de alguna noche feliz Luciano sentía enorme placer, procuraba entonces compartir la melancolía; pero antes de que pudiéramos entrar en el tortuoso reino de sus recuerdos nuestra fascinación se enlodaba con escenas vulgares.
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Consiga Quién, que no era yo, te había marcado el cuello de esa forma de Alejandro Margulis en esta página.
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Está viendo un extracto de la siguiente obra:
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Quién, que no era yo, te había marcado el cuello de esa forma
de Alejandro Margulis
ediciones Voyeur
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