Ya entra la Novia al pórtico, agraciada,
rosa como la rosa. sus colores,
delante, balanceando la cabeza,
va el coro alegre de los trovadores.
El Convidado se golpea el pecho
mas no puede elegir sino escuchar.
Y así le habló el Viejo Marinero
de llameante mirar:
Y sobrevino entonces la borrasca
tiránica, potente;
nos empujó hacia el sur, sin darnos tregua,
con alas envolventes.
Hundida proa, mástiles curvados,
como quien huye, la cabeza gacha,
ante el grito y el golpe del contrario
sin liberarse de su sombra y saña,
así el barco tomó un veloz impulso
y hacia el sur, hacia el sur, nos arrastraba.