-¡Pobre señorita Taylor! Me gustaría que pudiera volver con
nosotros. ¡Qué lastima que al señor Weston se le ocurriera pensar en ella!
-En esto no puedo estar de acuerdo contigo, papá; ya sabes que
no. El señor Weston es un hombre excelente, de muy buen carácter y muy
agradable, y por lo tanto merece una buena esposa; y supongo que no hubieras
preferido que la señorita Taylor viviera con nosotros para siempre y soportara
todas mis manías, cuando podía tener una casa propia...
-¡Una casa propia! Pero ¿qué sale ganando con tener una casa
propia? Ésta es tres veces mayor. Y tú nunca has tenido manías, querida.
-Iremos a verles a menudo y ellos vendrán a vernos... ¡Siempre
estaremos juntos! Somos nosotros los que tenemos que empezar, tenemos que
hacerles la primera visita, y muy pronto.
-Querida, ¿cómo voy a ir tan lejos? Randalls está demasiado
lejos. No podría andar ni la mitad del camino.
-No, papá, nadie dice que tengas que ir andando. Desde luego
que tenemos que ir en coche.
-¿En coche? Pero a James no le gusta sacar los caballos por un
viaje tan corto; ¿y dónde vamos a dejar a los pobres caballos mientras estamos
de visita?
-Papá, pues en las cuadras del señor Weston. Ya sabes que
estaba todo previsto. Ayer por la noche hablamos de todo esto con el señor
Weston. Y en cuanto a James, puedes estar completamente seguro de que siempre
querrá ir a Randalls, porque su hija está sirviendo allí como doncella. Lo único
de que dudo es de que quiera llevarnos a algún otro sitio. Fue obra tuya, papá.
Fuiste tú quien consiguió a Hannah el empleo. Nadie pensaba en Hannah hasta que
tú la mencionaste... ¡James te está muy agradecido!
-Estoy muy contento de haber pensado en ella. Fue una gran
suerte, porque por nada del mundo hubiese querido que el pobre James se creyera
desairado; y estoy seguro de que será una magnífica sirvienta; es una
muchacha bien educada y que sabe hablar; tengo muy buena opinión de ella.
Cuando la encuentro siempre me hace una reverencia y me pregunta cómo estoy con
maneras muy corteses; y cuando la tienes aquí haciendo costura, me fijo en que
siempre sabe hacer girar muy bien la llave en la cerradura, y nunca la cierra de
un portazo. Estoy seguro de que será una excelente criada; y será un gran
consuelo para la pobre señorita Taylor tener a su lado a alguien a quien está
acostumbrada a ver. Siempre que James va a ver a su hija, ya puedes suponer que
tendrá noticias nuestras. Él puede decirle cómo vamos.