PRÓLOGO
Para el estudioso de Asia Central, la consideración de los movimientos
islamistas radicales y su acción en la región constituye un reto singular. Desde
el final de la Guerra Fría, la
zona, junto a otra de la antigua Unión Soviética, el Cáucaso, es una de las que
más atención ha suscitado en el sistema internacional dada su calidad de
"agujero negro" (vacío de poder dejado por el fin del orden soviético) y de
espacio de "Gran Juego" (generador de políticas por parte de los actores
internacionales) que la convierten en un área estratégica de las relaciones
internacionales. Asimismo, la región y las repúblicas que la integran
-Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán- han ido
adquiriendo progresiva centralidad por las particularidades político-culturales
que presentan y, fundamentalmente, por la existencia de recursos energéticos,
petróleo y gas, que las dotan de una dimensión económica nueva. Centralidad que
se acelera a partir del 11 de septiembre de 2001 cuando el área se convierte en
un flanco vital en la guerra contra el terrorismo internacional (con epicentro
en Afganistán) ya que actúa y se la refuerza como tampón al radicalismo
islámico. El contexto y las relaciones surgidas de esta configuración de
cuestiones, donde la actividad de diferentes movimientos islamistas condicionan
tanto la política interna como la inserción internacional de las repúblicas, han
sido escasamente abordados desde el ámbito de la
Ciencia Política y de las Relaciones
Internacionales. El libro que el lector tiene en sus manos, producto de la
reflexión de un investigador profundamente preocupado por el tema del orden
internacional en la post-guerra fría, Víctor Wilches, contribuye a cubrir ese
vacío académico.
La obra, llevada a cabo en el marco de la tesis doctoral del autor, bajo la
dirección de la profesora María Angustias Parejo y, en parte, como fruto de sus
investigaciones en el Centro de Estudios y Análisis de Seguridad (CEAS) de
la Universidad de
Granada, coordinado por el profesor Carlos de Cueto, se propone y alcanza dos
grandes objetivos. Por una parte, realiza un aproximación conceptual al estudio
de la seguridad y del terrorismo internacional como instrumentos de análisis de
las relaciones internacionales de post-guerra fría; por otra examina, la
presencia del fenómeno del terrorismo internacional en Asia Central, centrándose
en el seguimiento de diferentes movimientos a fin de dilucidar comparativamente
su controvertida categorización como grupos terroristas.