SIMÓN. - ¿Con usted?
DON DIEGO. - Conmigo.
SIMÓN. - ¡Mediados quedamos!
DON DIEGO. - ¿Qué dices?... Vamos,
¿qué?
SIMÓN. - ¡Y pensaba yo haber adivinado!
DON DIEGO. - ¿Pues qué creías?
¿Para quién juzgabas que la destinaba yo?
SIMÓN. - Para don Carlos, su sobrino de usted: mozo de
talento, instruido, excelente soldado, amabilísimo por todas sus
circunstancias... Para ése juzgué que se guardaba la tal
niña.
DON DIEGO. - Pues no, señor.
SIMÓN. - Pues, bien está.
DON DIEGO. - ¡Mire usted qué idea! ¡Con el
otro la había de casar!... No, señor; que estudie sus
matemáticas.
SIMÓN. - Ya las estudia, por mejor decir, ya las
enseña.
DON DIEGO.- Que se haga hombre de valor, y...