|
|
Páginas
1
(2)
|
|
Herman se divertía como energúmeno haciendo oscilar a su personaje entre lo
verídico y lo fabuloso, aunque algunas veces se pasaba de rosca y se volvía
francamente grotesco. Visto a la distancia no entiendo como pudo llevar la
broma durante tanto tiempo. Lo cierto es que Orlar se fue volviendo cada vez más
desfachatado, hasta que estalló la polémica. Algunos, los más intolerantes,
comenzaron a pedir la cabeza del malayo, otros trataban de justificarlo
aduciendo cuestiones de diferencia cultural. Todo terminó cuando Herman confesó
que todo había sido una broma, que Orlar era un engendro suyo, una especie de
alter ego. Entonces sucedió lo inevitable, la gente sintió que le habían tomado
el pelo y exigieron en cambio la cabeza del padre de Orlar. Herman, algo
contrito, ensayó unas tímidas disculpas: Estoy en este foro porque me
encanta Les Luthiers, el humor, los juegos de palabras, la exploración del
ridículo ¿No es este un lugar para divertirse? ¿No se divirtieron con Orlar?
Luego intentó con la ironía: Admiro a las personas que saben
reconocer cuando se equivocan, y detesto a quienes no reconocen sus errores.
Aunque debo reconocer que siempre me los confundo... Finalmente se
cansó, dijo chau y abandonó el foro. Para los que nos chifla el humor
inteligente fue como si alguien hubiera apagado la luz, la luz de la diversión,
de la inteligencia, de la sorpresa. Naturalmente, hubo reclamos: ¡Volvé Herman!
¡Este foro no será lo que era sin vos! ¡Queremos seguir leyéndote! El
epílogo de esta pequeña historia fue que Herman, algo más circunspecto, volvió
al foro. Pero aclaró los tantos: De ahora en más, me guardaré muchas
de mis ocurrencias para mí mismo. Quizás el ejercicio de pensar antes de
escribir le devuelva por fin su funcionalidad a mi atrofiado esfínter
mental. Ojalá que esas ocurrencias, aquellas que lamentaba no poder
compartir con sus amigos, las haya volcado en este libro. ¡Bienvenidas
sean! Será como si Orlar hubiera decidido perdonarnos nuestra inopia y
hubiera vuelto para cautivarnos con sus historias, para divertirnos y hacernos
reír. Quiero terminar este comentario con una frasecita que no me pertenece,
ya que la escribió Herman en ocasión de mi cumpleaños. Aprovechando entonces
este año que se acaba, me permito modificarla y aplicarla al autor de este
libro, que bien se lo merece: Por la presente queremos felicitar al
planeta Tierra por haber dado otra vuelta más con Herman Dolder
encima. Carlos Núñez Cortés -Diciembre 2009 |
|
Páginas
1
(2)
|
|
Consiga El sublime arte de la risa de Heguido en esta página.
|
|
 | |
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
|
|
|
El sublime arte de la risa
de Heguido
ediciones deauno.com
|
Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
|
|
|
 |
|